LA VIDA DETRÁS DEL TELÓN
- D'Boleto
- 19 sept 2018
- 2 Min. de lectura
La vida sobre las tablas que pocos conocen y que muchos aman.
El mundo del teatro empezó desde la antigua Grecia, convirtiéndose en la manifestación principal del arte. Las artes escénicas no solo son líneas escritas por el guionista, es el mundo que conecta almas para representarlas frente a un público que mucho o poco conoce de la puesta en escena.
Cuando se cierra el telón y las luces se apagan, los actores vuelven a la realidad, alejándose de lo más cercano a la perfección que pudieron lograr en esa noche. La marea de emociones acaba cuando el cumulo de aplausos desciende y las sombras del miedo llegan a su fin.
Los sentimientos quedan cortos y la satisfacción embarga un sentimiento que pocos conocen, actuar es tan solo el éxodo del mundo artístico. Los actores salen de sus personajes, que muchas veces son todo lo contrario a sus protagónicos en la vida real.
Lo que se vive detrás de cada telón, es totalmente otro acto, el corregir desde si falta un implemento o si el primer actor no llega a la puesta porque sufrió un accidente, son cosas que escapan de las manos de cualquiera, pero si eres el director y tu trabajo de meses se ve reflejado en un solo día, puedes coger ese papel y salir frente el público, sin demostrar lo que detrás ocurrió.
Las historias contadas con la interpretación de cada artista es maquinal, uno nunca sabe las lágrimas que le costó el guion que le toco ni mucho menos el tiempo que le dedico, a mí, en lo personal, se volvió el martirio de cada noche, hasta que llego el gran día y recibí como recompensa un millar de aplausos y hasta lágrimas de personas que no conocía, pero que al final hasta me escribieron como se sintieron ese día y los recuerdos que había traído a flote aquella experiencia.
El actuar en Perú ya es un gran reto para escapar de la realidad, las oportunidades muchas veces pueden cerrarse, pero siempre habrá un auditorio que te acogerá con el más grande telón y terminará con el mas cálido de los aplausos.
Por Maries Tiznado
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